Final de un gran viaje

Final de un gran viaje

Pues sí, he terminado el Camino de Santiago. Tengo que decir que no lo he hecho de una vez, ni de dos… Sino de muchas. Todos los años, salvo algunos, he destinado unos días para hacerlo: tres, cuatro etapas… Sola.  Está en mi poder la Compostelana, que acredita haber cumplimentado el Camino.

En tanto tantos años me ha pasado de todo: frío, calor, lluvia, tormenta, falta de sitio donde quedarme, enfermedad repentina, llegar al lugar donde debía alojarme y resultar ser un hotel de lucecitas, estar absolutamente sola en un hotel de un polígono industrial en domingo…

He subido y bajado montes con mochila al hombro. Caminos pedregosos, por los que se hacía difícil caminar. Ni una sombra en los campos de Palencia con el trigo cortado en días de calor extremo. He visto fotografías de personas, a veces de lugares del otro extremo del planeta que ya habían fallecido, revueltas con cantidad de objetos y recuerdos. Sus amigos y familiares las iban dejando por el Camino.

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He hablado con mucha gente, asistido a misas del peregrino, cuando llegaba antes de las seis de la tarde a mi destino. Y he visto también, una cantidad enorme de pueblos a los que no hubiera ido nunca, de no ser que el Camino te obliga. Me he hospedado delante de la Catedral de León: espectacular por la noche. No dormí, pasé las horas en el balcón, con aquella visión.

No tengo casi nada de material gráfico, pues cada vez que he cambiado de móvil, he perdido todas las fotografías hechas en el Camino. No he sabido hasta hace poco, que eso lo podía y debería haber conservado. Pero todo está en mi pensamiento y mis ojos, que es la mejor cámara fotográfica que existe.

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Lo terminé esta primavera, pero no he tenido ganas ni ilusión por escribirlo. Porque en lugar de aliviada por haberlo acabado, me he sentido vacía por dentro. Hubiera querido que no terminara nunca.

Tampoco las dos últimas etapas me dejaron buen sabor. En realidad, aquello no se parecía a los pueblitos y caminos por los que había pasado hasta entonces. Era más bien la Ciudad de Santiago, pavimentada y con casas donde se notaba que la gente vivía habitualmente. Luego la llegada no fue para tanto. No llegué sola, sino a manadas. Santiago se llenó de filas de gente que procedentes de diversos Caminos confluimos a la vez y sin parar durante horas. Nada especial, al menos es lo que sentí.

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No de la misma manera, pero para mí Santiago de Compostela no era una Ciudad desconocida; he ido veces anteriores. Y menos mal que el botafumeiro lo he visto funcionando dos veces, porque el momento más importante, este, no lo pusieron: que si estaban con obras o yo qué sé…

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Lo que sí tengo grabado en la memoria y ahora lo puedo contar, es lo siguiente:

Hará como siete años, me salió un anciano al Camino. Me tomó las manos y depositó dos nueces en ellas: “dáselas al Santo de mi parte”, dijo. Os podéis imaginar mi desconcierto. Me faltaban muchas etapas para realizar su encargo. Me creó un cargo de conciencia, pero, nada se podía hacer. Las nueces han permanecido en mi mochila todo ese tiempo

A las cinco y media de la tarde estaba en la Catedral para oír la Misa del Peregrino a las siete. Las nueces dentro de mi bolso. Impresionante lo que allí había; razas y lenguas casi infinitas. Y yo, obsesionada: “que no se me olvide dejar las nueces”. Pero, ¿dónde? ¿Y si las barren?, pensaba. Pues… ¡Se me olvidó dejarlas! ¡Un disgusto…! A la mañana siguiente partía para casa.

Cambié el desayuno por volver a la Catedral, que afortunadamente estaba abierta, con sus guardias a la puerta que me permitieron entrar.

Estudié el recinto a conciencia. Los guardianes no me perdían de vista, algo debieron notar. Como sabéis hay capillas alrededor de la parte central, con puertas de herraje cerradas con cerrojo y sus bisagras incrustadas de manera burda en los muros, dejando unos huecos por los que cabían dos dedos. Por allí introduje disimuladamente las dos nueces, luego las quise recuperar, y no pude… ¡A saber hasta dónde llegaron…!

Allí permanecerán por los Siglos de los Siglos…

¡¡ENCARGO REALIZADO!! PERO, EL ANCIANO, ¿VIVIRÁ?

Doy por finalizado el Camino de Santiago. Aunque no puedo dejar de decir que ha sido el mejor viaje de mi vida, a pesar de haber viajado mucho. También que, si yo ahora fuera lo bastante joven quisiera hacerlo otra vez, fijándome más en todo. Algunos lugares me dejaron huella. SÍ, seguro que lo volvería a hacer.

“Buen Camino a todos los peregrinos que lo están haciendo y a los que lo harán”

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