¡Volando! 2ª parte. Santa Mónica y Malibú
¡Volando! 2ª parte. Santa Mónica y Malibú.
Yo, desmayada en la cola de inmigración. Nadie me ayudó a levantarme, porque allí, nadie te ayuda a nada. Nos llegó el turno e hicieron fotos en todas las posturas (de cara, se entiende) papeleo, huellas de todos los dedos varias veces… Sin comentarios.
Habíamos salido el 19 de octubre y, con las horas que nos fue regalando el medio planeta que atravesamos, hasta nueve, llegamos al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (DAX) a las dos de la tarde, y ya eran las cinco. Nos faltaba recoger en el propio aeropuerto el coche que mi hija, Ana, tenía alquilado. Pero, ¿Dónde estaba? Pues, a muchos kilómetros de allí. Alrededor, todo eran compañías de coches de alquiler: las que podría haber era incontable. Llegar a la nuestra, Avis, nos parecía imposible, que luego no lo era, porque todas tenían sus propios autobuses, que te recogen y te dejan en el punto justo. Es que no te acabas de creer que, con esas distancias, funcionen las cosas.
Esto tengo que contarlo. A mi hija le asignaron un coche y al hacernos cargo de él, nos quedamos impactadas ante los que teníamos delante: descapotables, otros con ruedas altísimas y tipo ranchera, etc., todos muy grandes, preciosos y nuevos. Nos preguntaron, ¿queréis otro? Contestamos que era tarde, nos habían puesto la matrícula. «No importa eso», contestaron, «coged el que queráis». No lo podíamos creer. Pero, nos vino la cordura y pensamos que a ver dónde aparcábamos aquello.
¿Aparcar? Cuando llegamos a Los Ángeles, ya caída la noche, todo eran aparcamientos. Las calles estaban vacías de gente y de coches. El paraíso de los coches, pensamos. Ana se arrepintió cien veces de no haber cogido uno de los «autobuses» que nos ofrecieron.
Los Ángeles no es una ciudad lo que se dice bonita, según mi opinión. Yo diría que como en todo lo demás, es diferente. Al ser casas bajas, que me parece muy bien, y estar poco visibles por plantas de jardín, sobre todo, no tiene una perspectiva interesante. No hay edificios espectaculares, salvo en el centro, centro: la Ciudad Financiera de la que ya hablaré.
Bien, llegamos a nuestro destino: un motel. No como el de Norman Bates en el desierto, porque estaba dentro de la ciudad, en el distrito de Hollywood. Nos dieron una llave y no volvimos más a recepción. La habitación era enorme y muy limpio todo, hay que decirlo. Estábamos derrengadas, Ana compró algo para cenar en un supermercado cercano. Naturalmente fue sola, y vio muchas cosas que no le hubiera gustado ver. Nos dijeron que no saliéramos a la calle al anochecer.
La entrega del premio sería el día 21: ¡un día libre por delante! Habíamos llevado el «enchufe» internacional para nuestros aparatos ¡estábamos completas! Es lo que creíamos, porque… ¡Ya, ya!
Día 20
A la mañana siguiente tuvimos que buscar no sé qué dispositivo para que nuestros móviles funcionasen. Sin móvil, no nos podíamos mover, es así, por el GPS y por todo. Fue una paralización total. En las tiendas no te informan de nada, solo venden. Tú tienes que saber qué quieres y por muy viajada que creas que estás, allí todo es distinto a cualquier otro país. Al final, contratamos una línea nueva que, cumplido el plazo desaparece. Asunto solucionado. Por eso sigo diciendo que, para quién sabe, es una forma fácil de vivir.
Habían pasado horas y empezamos a respirar. Decidimos ese día ir Pasadena y Santa Mónica. Antes de ir a la playa, recorrimos siempre en coche sus calles. Ambiente ninguno, bares tampoco había y las casas eran como las habíamos imaginado o visto en un sinfín de películas: tamaño regular, jardín más o menos grande, bonitas, bien cuidadas y parecidas.
Preciosa playa la de Santa Mónica, su famoso desfile de cuerpos espectaculares en bici y patinetes que conocemos todos y, también, las casetas de Los vigilantes de la playa. Lo primero que hice fue comprarme un sombrero barato. No sé vivir sin él, y hasta estuve a punto de llevarme mi panamá desde casa en el avión. Tuvimos sitio para comer en un restaurante mejicano (medio dentro y medio fuera) que lo llamo yo, con el océano Pacífico a pocos metros. El personal nos atendió maravillosamente bien, siempre lo hacían. Como es de suponer comimos comida mejicana y de bebida cerveza (el vino era carísimo). El camarero enumeró una serie de marcas que no he oído nunca, y mira que conozco… Una era Santa Mónica, pensé que sería la mejor, como el nombre del restaurante. Contesté que esa.
Todo el tiempo nos preguntaba si estábamos a gusto. Al final, como volvió a preguntar le dije que la comida muy bien, pero la cerveza, ¡malísima!, se sorprendió. Y muy mal servida, sin espuma. Que fueran a Madrid y aprendieran cómo se sirve una cerveza. Nos reímos todos y quedamos para el día siguiente. No llegó por supuesto.
A media tarde enfilamos hacia la playa de Malibú, la quería conocer, y mi marido estaba esperando para que le contase (por la serie de Dos hombres y medio) puro ingenio. Llegamos enseguida. Por si alguien no lo sabe, son casas que están construidas en la arena y pegadas unas a otras, los muy cucos habían cerrado los accesos para imposibilitar que los extraños llegaran; sólo se puede entrar a la playa por el principio y final de la larga hilera de pequeños chalets. Como eso yo ya lo sabía, no tuvimos ningún problema para bajar.
Me encantó estar allí, pero es una auténtica pena: las casas no estaban muy cuidadas y los pilares, que tienen todas porque están clavados en la arena, torcidos. Sin embargo, vimos algún cartel de «se vende». Algo se me debía estar escapando. La playa Malibú, son muchas playas con el mismo nombre. Pensé que la de la serie sería la primera, por ser la más próxima a Los Ángeles.
De vuelta a casa, algo tarde y cansadas, no teníamos hambre ni ganas de salir a cenar. Volvimos a quedarnos, pero ya ninguna noche más lo hicimos. Teníamos pocos días por delante: cuatro completos. Pasaron muchas cosas, muy divertidas algunas, otras no.
Gran descripción de lo vivido en el viaje. Espero sigas describiendo tu experiencia como solo tú lo sabes hacer. Las cosas vividas son difíciles de contar pero para una buena escritora no tiene dificultad. Espero que sigas contándonos más.
Qué buena descripción. Es como si hubiera estado allí
Me he quedado sin saber que hicisteis los otros cuatro dias
¡Qué interesante crónica de vuestro viaje! ¡Esperamos más entregas!😜😀